Las exhibiciones virtuales de CHIDA invitan a descubrir el arte desde otro lugar:
íntimo, cuidado, presente.
Cada muestra es una pausa sensible, un puente entre la obra y quien la mira, más allá de la pantalla.
Registro del dolor
Esteban Gasme, 2016
Óleo y tinta serigráfica fotoluminiscente sobre lienzo
Música: Cenizas, El Negro Horacio García
Hay dolores que no se narran. Se inscriben.
En esta obra, el dolor no es tema ni símbolo: es textura. Se acumula en capas de óleo, se aloja en el ritmo obsesivo de una retícula punteada. Lo visible no es imagen: es huella. Persistencia. Sedimento
Cuando la luz se apaga, la materia habla de otro modo. La tinta fotoluminiscente revela una segunda dimensión, donde lo oculto cobra forma. La obra responde al espacio, pero también al tiempo: lo que brilla en la oscuridad parece venir desde otro lado. Como una memoria encendida.
Los puntos —repetidos, rítmicos, inquietantes— remiten a ojos, a obturadores, a sensores. Parecen registrar. Mirar hacia afuera. Mirar hacia adentro. Cada uno carga una tensión entre control y exposición, entre vigilancia y revelación. No son ornamento: son pulsos de registro.
Cenizas, del Negro Horacio García, no ilustra: sintoniza. Su voz, contenida y áspera, sostiene el mismo pulso grave que la imagen. Una melodía que no avanza: se hunde. Se queda.
La figura detrás de los registros se esconde, como si armara y desarmara su propia vida una y mil veces desde el mismo lugar. Pero siempre se deja ver, al fondo, lo que aún queda como punto de partida.
La obra impone una tensión constante entre lo que intenta volverse forma y lo que insiste en deshacerse.
No busca representar el dolor: lo activa.
Y al hacerlo, deja abierta una zona viva, donde mirar también duele.









Contradicción
La obra despliega una secuencia de rostros superpuestos que parecen espiar desde
distintos planos del tiempo. Cada uno conserva su individualidad, pero participa
de una forma mayor, compartida. El trazo de Gasme, entre minimalismo y síntesis
expresiva, permite que las caras se disuelvan en un ritmo común. Los ojos —a veces
más abiertos, a veces más desconfiados— generan una tensión perceptiva entre la
presencia y la ausencia. En el fondo grisáceo, las cenizas de habano parecen actuar
como neblina o residuo, acentuando el carácter espectral del conjunto.
“Contradicción” no busca resolver: abraza la coexistencia simultánea de lo que parece no encajar



El espejo
Esteban Gasme, 2018
Fotografía y edición: Esteban Gasme
Voces: Ignacio Malaspina (español) – Camila Malaspina (inglés)
Canción: Both Sides Now, Joni Mitchell (1966)
Hay espejos que devuelven una imagen.
Y hay espejos —como este— que devuelven un conflicto.
La obra de Esteban Gasme se inscribe en ese umbral donde el yo se desdobla, se interroga y se ve desde afuera. Cada fotografía es una grieta temporal: una pausa entre dos versiones del mismo rostro. El montaje recorre esa fisura como un suspiro.
La canción original de Joni Mitchell, interpretada aquí en dos idiomas, habla de ver la vida desde “ambos lados”. Pero no resuelve, no concluye: acepta que todo es cambio. Ese espíritu está en el corazón de esta obra. La mirada no fija nada. Refleja.
En el diálogo entre voces, idiomas e imágenes, el espejo no muestra: transforma.
Lo que vemos ya no es una persona, sino la idea de ser. Una y otra vez. Ambas.
